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Ópticos-optometristas de Castilla y León avanzan en la detección precoz y el mejor tratamiento del ojo seco

El Grupo de investigación en Superficie Ocular del Instituto Universitario de Oftalmobiología Aplicada (IOBA), al que pertenece la óptica-optometrista María Jesús González, investiga nuevos biomarcadores de la enfermedad, así como el uso de sustancias naturales con propiedades antiinflamatorias.

El Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León (COOCYL), que mantiene una estrecha colaboración con la Universidad de Valladolid y los investigadores del Instituto Universitario de Oftalmología Aplicada (IOBA) para avanzar en la resolución de los problemas visuales de la población, ha iniciado el año 2021 con una campaña de concienciación para detectar a tiempo y lograr un tratamiento adecuado del ojo seco, una enfermedad que de momento no tiene cura y es cada vez más prevalente, llegando a afectar a la mitad de los castellanoleoneses.
En concreto, un estudio de varios autores, entre ellos la óptica-optometrista y doctora en Ciencias de la Visión María Jesús González, y publicado en ‘Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología’ en 2011, establece la prevalencia del ojo seco entre el 24,2 y el 45,8% de la población, según una muestra representativa tomada en Valladolid, con mayor afectación entre las mujeres.
Ante esta realidad, el Grupo de investigación en Superficie Ocular (GSO) del IOBA trabaja por conseguir un biomarcador mediante el análisis de lágrimas de personas afectadas por ojo seco para poder aplicarlo en la clínica y “lograr que, con un único test, se averigüe si alguien presenta o no la enfermedad”, asegura la doctora. Para avanzar en el diagnóstico, este grupo también está aportando importantes avances en el desarrollo de cuestionarios más estandarizados para el análisis de los síntomas y la percepción subjetiva que tienen los pacientes.
Estamos, además, ante una enfermedad crónica, sin cura, “a veces un poco olvidada”, pero que puede llegar a afectar de una manera grave a la calidad de vida de los pacientes, “por lo que hay que incidir en lo que podemos hacer para mejorar la sintomatología”. En este ámbito, este grupo de investigación del IOBA también trabaja en el uso de sustancias naturales con propiedades antiinflamatorias y antioxidantes para el tratamiento de ojo seco.
Importantes avances con mucho futuro para la salud visual ya que, como confirma la decana de COOCYL, Inmaculada Aparicio, desde hace años se aprecia un incremento en la sintomatología asociada a problemas lagrimales, bien por falta de producción, por inflamación, evaporación… apreciando en este último punto que, asociado a los problemas ambientales y de contaminación, hay que añadir el uso de mascarillas y el gran número de horas de uso de los dispositivos digitales.
En este escenario, como añade la decana de COOCYL, “los ópticos-optometristas tenemos mucho que aportar, ya que, en primer lugar, contamos con los conocimientos y medios para analizar donde está focalizado el problema y, de esta manera, comprobar si es o no necesaria una derivación al especialista; en muchos casos, además, podemos aliviar los síntomas y conseguir mejorar nuestra calidad de vida, ya que un problema de sequedad ocular afecta enormemente a la comodidad, acentuándose al final del día, lo que repercute en la visión y motiva que, en ocasiones, haya que dejar de hacer ciertas actividades”.
En la misma línea, la secretaria general de COOCYL, Ana Belén Cisneros, señala cómo desde “nuestros centros sanitarios de óptica y optometría podemos dar consejos de higiene visual para mejorar la calidad de la lágrima en determinadas circunstancias, como las actuales”, entre ellos, aumentar el parpadeo cuando se trabaja en visión próxima con pantallas de visualización de datos (tanto móviles y tablets como ordenadores), forzar los descansos cada 20 minutos mirando a lo lejos al menos durante 20 segundos (la regla del 20/20/20), aumentar la humedad de la habitación (controlando la sequedad de la calefacción en invierno o el aire acondicionado en verano) y proporcionar lágrimas artificiales sin conservantes.
Lo más importante, como advierte María Jesús González, “es ser conscientes de una enfermedad que es más habitual de lo que pensamos” y referir los síntomas al óptico-optometrista de confianza. “Nosotros, como profesionales de salud visual, también debemos ser conscientes de que este problema cada vez está más presente, sobre todo en gente de mayor edad; debemos preguntar y detectar, realizar si es preciso un examen de la superficie ocular, que se puede hacer perfectamente en una óptica con los aparatos y la formación que tenemos, y derivar al especialista en los casos más graves, que pueden necesitar medicación”, según indica la experta.
En los cuadros más leves, “aquellos que apenas presentan daño en la superficie ocular, pero sí muchos síntomas que afectan a la calidad de vida”, los ópticos-optometristas deben pautar el uso habitual de lágrimas artificiales e incidir “en que en el bolsillo no curan, porque muchas personas las dejan de utilizar incluso viendo las mejoras que se consiguen con una correcta humectación del ojo, no solo de forma instantánea, sino también una mejora que se logra mantener en el tiempo si se utilizan todos los días”, añade.
Es necesario también intentar corregir las circunstancias que, en un momento determinado, pueden desencadenar síntomas compatibles con el ojo seco, como está ocurriendo ahora con el uso continuado de las mascarillas, ya que muchas veces no se ajustan a la nariz y el aire sale por la zona superior, provocando que la lágrima se evapore y aumente la sensación de sequedad. La solución, como comenta la doctora en Ciencias de la Visión, pasa por ajustarse muy bien la varilla que lleva incorporada la mascarilla y, a medio plazo, controlar si los síntomas desaparecen.

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