Con la edad, los conos en el ojo humano van perdiendo su sensibilidad cromática, pero nuestra experiencia subjetiva del color permanece prácticamente inalterada durante años.
El estudio, que incluyó a 185 participantes con edades comprendidas entre 18 y 75 años, reveló que la apariencia del color se mantiene estable a pesar de los cambios asociados a la edad que se producen en los medios ópticos dentro del cristalino. La habilidad para distinguir los pequeños matices en las tonalidades disminuye a medida que cumplimos años, particularmente para los colores en el eje amarillo-azul. Los efectos de la edad se volvían más aparentes cuando los participantes observaban tonos de verde a plena luz del día: lo que los jóvenes percibían como verde las personas de más edad lo veían más amarillento.
La autora concluye que ciertos recorridos neurales compensan las pérdidas relacionadas con la edad en el ojo, facilitando que las funciones cromáticas permanezcan constantes a lo largo del tiempo.