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La detección precoz, clave para frenar la pérdida de visión por edad

Ópticos-optometristas, oftalmólogos y médicos de Atención Primaria apuestan por la prevención, detección y tratamiento de patologías oculares frecuentes.

La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) es una enfermedad progresiva que afecta a la zona central de la retina y causa una reducción progresiva de la visión central. Por ello, su detección precoz es esencial para frenar su evolución y "prolongar en el tiempo la calidad visual y de vida del paciente". Así lo ha subrayado el doctor Javier Antonio Montero, jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Río Hortega de Valladolid, en una Jornada de Salud Visual que reúne hoy en este centro asistencial a más de un centenar de profesionales y que está organizada por SACYL y el Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León (COOCYL).
Durante su intervención en el encuentro, en el que se dan cita oftalmólogos, médicos de Atención Primaria, ópticos-optometristas y personal de Enfermería, el especialista ha recordado que la colaboración entre estos profesionales es de gran utilidad a la hora de garantizar el diagnóstico precoz de una enfermedad cuya frecuencia se incrementa con la edad, hasta el punto de que su prevalencia se sitúa en torno al 10% en mayores de 65 años y supera el 25% en los mayores de 75 años. "Un aumento de la dificultad para la lectura o para reconocer las facciones, la aparición de manchas negras en el campo central de la visión y una deformidad en las líneas rectas, que aparecen como onduladas o quebradas", son algunos síntomas de la DMAE, contra la que actualmente existen "tratamientos eficaces, especialmente en las fases iniciales".
En la cita científica también se ha analizado la relación entre el entorno laboral y el llamado ojo seco, un síndrome que causa "sensación de sequedad, de cuerpo extraño en el ojo, e incluso dolor" y cuyos síntomas pueden aparecer con mayor frecuencia ante determinadas condiciones ambientales de los edificios donde trabajamos, según ha explicado Alberto López Miguel, doctor en Optometría e investigador del Instituto Universitario de Oftalmobiología Aplicada (IOBA). "Una temperatura elevada (más de 21-23 ºC en invierno y más de 24-26 ºC en verano), una humedad relativa reducida (debe ser de entre el 40% y el 60%) y un flujo intenso de aire acondicionado a nivel facial incrementan drásticamente la evaporación lagrimal, lo que va a dar lugar a una mayor exposición del epitelio corneal y, con ello, a una probable aparición de la sintomatología propia del ojo seco", cuyo riesgo también se incrementa "por el uso continuado de pantallas de ordenador, tabletas o móviles", ha señalado el especialista.
Por su parte, el doctor Ramón José Bringas Calvo, oftalmólogo y especialista en glaucoma en el Hospital Río Hortega de Valladolid, ha llamado la atención sobre la importancia del diagnóstico precoz de esta enfermedad "con la que el paciente va a convivir el resto de su vida", por lo que el objetivo es, no ya curarla, sino "controlarla" para que afecte "lo menos posible a la visión". El glaucoma, cuya prevalencia se sitúa actualmente en el 2%, aunque aumenta con la edad, "no produce síntomas hasta que está en fases avanzadas, por lo que la realización de programas de despistaje se ha mostrado eficaz para detectar a pacientes con más riesgo de presentar la enfermedad".

 

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