Es uno de los enemigos más poderosos de tu salud visual, ya que puede derivar en enfermedades graves como glaucoma o desprendimiento de retina.
La presión del ojo se mide en milímetros de mercurio (mm Hg). La presión normal del ojo oscila entre 10 y 21 mm Hg. La hipertensión ocular es una presión ocular de más de 21 mm Hg.
Enfermedad silenciosa
La hipertensión ocular no cuenta con una sintomatología clara. De hecho esta patología es conocida como la enfermedad silenciosa. En muchas ocasiones, tan solo la precaución de tomarse la tensión de forma periódica puede diagnosticar un caso de presión arterial alta. Sin embargo, en otras ocasiones, cuando las cifras son desorbitadas, puede manifestarse con dolor de cabeza, inestabilidad o visión borrosa. Estos síntomas pueden alertarte para acudir a un especialista sanitario.
¿Cómo detectarla?
El examen de fondo de ojo es una oportunidad ideal para detectar y observar el daño real producido por este mal silencioso. De hecho, los hallazgos de esta prueba, suponen una oportunidad única para observar directamente el desarrollo del daño inducido por la hipertensión, e incluso un caso de arteriosclerosis, ya que el ojo es una ventana que permite asomarse para contemplar las arteriolas que circulan por la retina, de tal forma que se pueden apreciar los cambios en la mismas. Los hallazgos que se obtienen con este examen, incluso son extrapolables a las arteriolas de otros órganos, como son los riñones, el cerebro o el corazón.
La visión del fondo de ojo es una exploración simple e indolora que, generalmente, se efectúa con una lámpara de visión denominada oftalmoscopio. Para realizarla, previamente se aplica sobre la conjuntiva unas gotas de un colirio midriático (dilatador de la pupila).