Con la caída de Madrid en manos de las tropas franquistas y considerándose traicionados por el golpe del coronel Casado, miles de hombres, mujeres y niños huyeron de la capital hacia la costa mediterránea perseguidos por los falangistas.
Los
milicianos de los Frentes del Centro y Levante quisieron creer que potencias internacionales como
Francia e Inglaterra facilitarían su evacuación por mar. Pero esto no sucedió puesto que estos países
ya habían reconocido oficialmente al régimen del
general Franco.
Llegaron cargados con sus enseres
personales e impedimenta a una ciudad de Alicante
que se resistía al inevitable fin del sueño republicano
y que padecería el último de los 72 bombardeos
aéreos que la asolaron a lo largo de toda la contienda,
el 28 de marzo de 1939, justo el día anterior a
la entrada de las tropas italianas en la ciudad.
Solo
unos pocos afortunados pudieron escapar de la masiva
concentración de personas que abarrotaban el
puerto de Alicante. Dos de ellos,
Manuel y Justo Arcos Sánchez,
hermanos y nacidos respectivamente
en 1905 y 1909 en Albacete eran
ópticos de profesión. Justo era un
miembro destacado de la Sociedad
de Oficios Varios de la UGT y de la
Agrupación Socialista de Albacete
desde 1930. Durante la Guerra Civil
fue comisario delegado de Guerra
en el cuerpo de Transmisiones.
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El viaje hacia el exilio de dos ópticos españoles