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El coste de la miopía: 300 euros al año por persona afectada, y subiendo

La miopía es una de las grandes cargas económicas relacionadas con la salud y una de las menos conocidas por la sociedad. Si bien se han realizado estudios sobre el coste de enfermedades como las cardiovasculares o la diabetes, el coste directo e indirecto de la miopía es equivalente al de estas y crece a un ritmo mucho mayor.

Si bien la mayoría de las personas cree que la miopía es un simple problema de vista, la realidad es que la miopía se debe a un crecimiento excesivo del globo ocular, y la mala visión solo es una de sus consecuencias. Los métodos correctivos como las gafas, las lentillas o el láser corrigen la mala visión, pero en ningún caso curan la miopía. Si además esta aumenta por encima de las seis dioptrías -la llamada miopía magna, y que afecta a un 12% de miopes-, los que la sufren tienen grandes problemas de visión y muchas posibilidades de tener una discapacidad.

De hecho, la miopía es una de las principales causas de ceguera y baja visión en España y en el resto del mundo. En nuestro país, los miopes magnos representaron el 21,16% -más de 15.000 personas- de afiliados a la Once en el año 2015, siendo la causa principal de adhesión.

La situación en el resto de Europa no difiere mucho de la española. El 30,6% de la población total es miope, y un 5,4% de ellos tiene miopía magna, porcentaje que aumenta a un 11,2% en los jóvenes de entre 25 y 29 años.

Aunque desde asociaciones de afectados, como la Asociación de Miopía Magna con Retinopatías (Amires) se reclama un estudio para estimar los costes directos e indirectos de la miopía en España, los datos de los que disponemos indican que podrían rondar, como mínimo, los 3.000 millones de euros anuales, sin tener en cuenta otros costes, como el impacto en la productividad.

El coste económico personal para los miopes moderados se cifra en torno a los 300 euros por persona al año en métodos de corrección. En el caso de personas que ya tienen una discapacidad visual, los gastos -personales y para el Estado- se multiplican, estimándose en torno a 11.000 euros al año por persona; en total, más de 12.000 millones de euros al año en nuestro país.

Carga económica y social

En cualquier país desarrollado, la miopía genera una carga económica y social muy importante, tanto para la persona que lo sufre, afectando a su autonomía y calidad de vida, como a la totalidad del Estado.

Lo más preocupante es que la miopía, y con ella sus costes, no hace más que crecer. Su aumento en las últimas décadas ha sido extraordinario. En EEUU casi se ha duplicado desde los años 70 -del 25 al 41,6% actual-, cifras que podemos trasladar a Europa.

Pero sin duda, Asia es el peor escenario, región en la que ha aumentado un 450%, del 20% en 1950 al 90% actual. Singapur es el país con mayor tasa de miopía infantil del mundo: el 47% de los escolares la sufren y está considerada ya como un problema de salud de primer orden. En China, las tasas de miopía en jóvenes han pasado de un 10-20% hace 70 años, al 90% en la actualidad. En ciudades como Seúl el 95,6% de los jóvenes es miope.

Estudios llevados a cabo entre la población asiática residente en otras regiones indican que esta altísima incidencia de la miopía no se debe tanto a factores genéticos como de estilo de vida, entre los que estarían el exceso de trabajo visual de cerca, debido a la presión académica y el uso de dispositivos electrónicos, y la falta de luz solar.

Tendencia

Si continúa la tendencia actual, en 20 años el porcentaje de miopes en España -donde se comparte unos estilos de vida y hábitos semejantes a los asiáticos-, podría alcanzar el 50%. Actualmente, casi el 25% de la población española es miope -en torno a 11.500.000 personas-, y entre los jóvenes de 21 a 30 años este porcentaje asciende casi al doble, con un 47,6%.

Ante esta situación, se hace fundamental tomar dos medidas: dimensionar el problema y prevenir sus causas. Es necesario un estudio de los costes sociales y económicos -directos e indirectos- del problema de la miopía, que incluye desde los miopes leves hasta las personas con discapacidades derivadas de la miopía magna. Y para su prevención es fundamental involucrar a las autoridades sanitarias, profesionales, asociaciones y ciudadanos.


Plan de prevención

Aunque las complicaciones de la miopía son relativamente tardías, la base está cimentada en la niñez, entre los 7 y 17 años, período en el que esencialmente progresa la miopía. Después ya es imposible disminuirla. Por este motivo, es necesario un plan de prevención que ponga especial énfasis en los niños, los hábitos escolares, el diagnóstico temprano y el uso de tratamientos que permiten controlar la miopía en la infancia, como son las lentes multifocales, las gafas bifocales/progresivas, la atropina, así como la ortoqueratología, también llamada Orto-K, uno de los métodos no farmacológicos más eficaces para ralentizar su progresión.

Por ello, es imprescindible fomentar el intercambio de información y la colaboración entre los diversos especialistas, ya sean oftalmólogos, optometristas, médicos de atención primaria o, incluso, educadores. Solo así podremos frenar y, si es posible, invertir la actual tendencia. 

Fuente: goo.gl/AEynwu

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