El uso de lentes de contacto ya es habitual en una gran parte de la población que necesita gafas para ver correctamente. Se calcula que en España hay 2,5 millones de usuarios de entre 12 y 65 años y la media de utilización es de 9,45 horas al día.
El delegado de COOCYL en Salamanca, Mariano Luengo, insiste en que los usuarios de lentes de contacto tienen que ser conscientes de lo que se están metiendo en el ojo: «no por estar de vacaciones o por tener un horario diferente al resto del año hay que descuidar una serie de hábitos». Incluso, este especialista plantea en verano un cambio del tipo de lentilla según su utilización, de mensuales a diarias o de material, como al hidrogel de silicona. «La mejor opción sería la lente de contacto diaria que no necesita mantenimiento y permite un mayor número de horas de uso sobre el resto de lentes de contacto», precisa el delegado salmantino.
Consecuencias
Mariano Luengo también describe algunas consecuencias de una mala utilización de las lentes de contacto, que van desde una siempre sequedad ocular por un exceso de horas de utilización, pasando por un proceso inflamatorio como puede ser una conjuntivitis papilar, «o en casos más extremos infecciones bacterianas que provocan pérdida de agudeza visual y que requieren de un tratamiento específico».
Otro aspecto que hay que tener en cuenta es que si durante unos días no se utilizan y permanecen en el frasco varios días, hay que cambiar el líquido porque pierde sus propiedades. Además, hay que tener en cuenta que no se coloquen dentro del ojo del revés, que suele ser un fallo habitual (los bordes tienen que estar redondeadas), por el contrario, si se hacen de forma incorrecta tienen forma de un plato.
Para el correcto funcionamiento de los ojos es importante que obtengan la cantidad necesaria de oxígeno cada día y aunque los materiales son más novedosos, la mejor forma de oxigenarlos es quitando las lentillas y nunca dormir con ellas.
Ana Belén Cisneros, del Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León añade que debido al calor o a las sustancias químicas en el agua de las piscinas, algunas personas pueden padecer síntomas propios de las conjuntivitis y de infecció. «Si alguno de estos síntomas aparece hay que acudir al óptico-optometrista para que efectúe un análisis de la superficie ocular y descarte cualquier alteración o bacteria en el ojo que haya que derivar al oftalmólogo para tratar con medicación», insiste. T por supuesto, añade, «dejar de usar las lentillas mientras duren los síntomas».