Los habitantes de las ciudades escuchan a diario ruidos que proceden del tráfico urbano y aéreo, electrodomésticos, maquinaria pesada, dispositivos móviles, auriculares, centros comerciales y también discotecas, salas de conciertos o reproductores de música, según datos de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello.
Hay que tener en cuenta que cuanto más tiempo pasemos expuestos a un ruido por encima de los umbrales aceptables, más probabilidades tendremos de que nuestra capacidad de audición vaya en descenso.
El límite de ruido aceptable por el oído humano según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 65 decibelios (dB), el equivalente al de una aspiradora; y pasa a ser doloroso a partir de los 125 dB, por ejemplo, el producido por un taladro.
Sobrepasarían los 65 dB los ruidos procedentes de los vehículos, el claxon de un coche, el del camión de la basura, el interior de una oficina con más de 15 personas, o los petardos, entre otros, y un avión despegando llegaría a 140 db, por encima del umbral del dolor.
Por encima de los 65 dB la exposición prolongada a los ruidos causa la pérdida de audición.